El hombre: incognita y misterio

La soledad, seguida de momentos cruciales son tiempos críticos. Tiempos como los que atravesamos en sentido económico, de salud, y porque no también educativos. No obstante los tiempos críticos, palabra que tiene su raíz griega en el verbo Krino (decido), son providenciales porqu nos plantean el desafío de definir o de decidir, de plantearnos una posición política, una visión filosòfica sobre la vida en general y sobre nuestra propia persona. En otras palabras, situaciones críticas son propicias para dar una respuesta a la pregunta ¿quién soy?

A continuación analizaremos los alcances de la pregunta. Asimismo, nos proponemos revisar tanto aspectos filosóficos como teológicos

la pregunta en sí misma

La pregunta ¿quién soy? puede ser contemplada en un aspecto general, es decir: ¿qué es el hombre? A su vez, reconocerse implica reconocer a otros que son como yo. En otras palabras la especie “humana” tiene unas características universales. En otras palabras, afirmamos el hombre es un “animal racional, un animal político y social” ( en términos aristotélicos).  Podríamos sumar todas las características biológicas del “ser- humano”. Piénsese en los conocimientos forenses que permiten reconocer a un “ser-humano” a un cuando haya pasado mucho tiempo de su fallecimiento. 

Sin embargo, la pregunta general en términos aristotélicos o biológicos no responden a la pregunta “¿quién soy?” De hecho, la pregunta acentúa la subjetividad, la personalidad y la conciencia de la existencia misma de quién se formula la pregunta. Es una pregunta que no busca ser respondida con una característica tales como “ser social” o “ser racional” u otra de esta índole. Por un lado, la pregunta supone que no se trata de un “objeto” sino de un “alguien” (Cf. C.I.C N°357). 

Por lo tanto, la pregunta ¿quién soy? implica el presupuesto de ser persona y por ende de ser un sujeto en relación con otros. No me pregunto por la cantidad de huesos que me conforman, no me pregunto por la forma de mis dientes, más bien me pregunto por el valor intrínseco que tengo para mí mismo y para los demás. En suma, me pregunto por el sentido que quiero dar a mi propia existencia. De esta manera la pregunta se transforma en una búsqueda y una decisión.

Inmanencia y Trascendencia

Dar respuesta a la pregunta, muchas veces no es un acto consciente. Se vive sin más. Sin embargo la pregunta asoma en momentos críticos. Por ejemplo, al tener que decidir una carrera, al tener que dar inicio o fin a una relación, al atravesar un momento ligado a la muerte, con la propia enfermedad o la muerte de nuestros seres queridos. En estos momentos debes definirte en relación a los demás. “Los demás” no son sólo otros “seres humanos”. Se trata de “otros” por los cuales tu  “yo” se limita y se define. Esos “otros” producen en "uno" interrogantes que debo asumir con responsabilidad porque se trata de alguién tan digno como yo. Puedo simplemente negarme a los otros y reconocerme como quien vive inmanentemente el “aquí y ahora” en función de mis propios intereses. Pero también puedo reconocerme como un ser que no se encuentra limitado a su propia materialidad corporal y se reconoce en forma trascendente en el vínculo con los demás, y por qué no, en su relación con Dios.

ACTIVIDAD PARA LA SEMANA DEL 16 DE MARZO

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Dejamos a continuación una presentación prezi con los conceptos nodales sobre "la pregunta qué es el hombre" según lo explicado.