Autor: Javier Peña Vázquez
La religión (del latín religare o re-legare) es
la forma de llegar al Ser Supremo para responder como criatura: aceptación y
culto. La religiosidad es la dimensión humana
de la fe. Fe que es misteriosa en su origen y en sus formas,
pues procede de la gracia de Dios. La religiosidad no es misterio, sino
que es y viene del pensar, del sentir, del querer, del vivir y del compartir
con los demás. Muchos pueblos de España celebran el día de la Natividad de
la Virgen (8-IX) con su advocación local, en Málaga es la Virgen
de la Victoria; como también ocurrió en la Ascensión (15-VIII); lo
cual es un signo de religiosidad. Una religiosidad que tiene que fundamentarse
en la religión, aunque sea de forma sencilla. Sin ese fundamento religioso,
serían sólo prácticas bondadosas o festivas.
Entre las grandes religiones sólo hay una, con un antes y un después, en la que
el mismo Dios se haya manifestado al hombre y se haya identificado con él hasta
encarnarse: el Cristianismo. En todas las demás es el hombre,
más o menos inspirado, el que busca descubrir y adorar a Dios hasta
donde su inteligencia puede alcanzar, sin saber que la fe es un don. Un
regalo que se concede sin merecimiento y precisa de humildad. La soberbia rodea
a la luz y ésta desaparece en su opacidad. Sabemos por la Historia Sagrada;
aceptada y compartida por millones de personas; que, tras la Creación, el
hombre se ofuscó en su propia introspección y que fue conducido, como pasa
ahora y pasará siempre, a la egolatría. Sabemos por la
Historia de la Humanidad que, tras abandonar el culto al Ser Supremo, la
inquietud por esa carencia le condujo a la idolatría, a divinizar cualquier
cosa. Aquello que les pareciera superior a los hombres concretos de
una época y de una cultura. Ahora se adora a la Ciencia, como antes
fue al Pensamiento y un poco antes al Cesarismo.
Hay que entender que religión/religiosidad impregnan toda la
vida personal y social a pesar de ateos y agnósticos. Nada les es ajeno. Ellas
demandan que se tengan en cuenta a la hora de promulgar leyes y al aplicarlas;
al diseñar el sistema de formación y en las medidas de apoyo a las familias
para la educación de sus hijos; en todo momento y situación. Dios no
quiere que le honremos sólo con los labios, sino en verdad y con el corazón.***************************************************************************************************************
Te invito a que leas la siguiente crónica periodística: Soledad, violencia y religión.
Luego pasamos a la reflexión aquí
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